Con motivo de la exposición del Belén 2011-2012, el periódico rayero "Alfox Digital" realizó una entrevista al creador de "El Arte de las Manos", entrevista que reproducimos íntegramente bajo estas líneas.
Las miniaturas, que son la recreación manual basada en objetos de mayor escala, es un auténtico arte que no todos dominan con la perfección que lo hace nuestro joven y futuro arquitecto, José Marín, rayero de pura cepa y muy amante de su pueblo y tradiciones. Desde que era un adolescente (hoy anda cerca de los 20 años) solía miniaturizar en su pequeño taller toda una serie de pequeñas cosas, basadas en modelos a escala natural y, como es lógico, la creación del clásico Belén no podía faltar en una actividad que es, ante todo, costumbrista. Sin embargo él pretendió darle desde un principio un enfoque de carácter local y huertano, imprimiéndole su propio toque personal y huyendo de un cierto clasicismo muy estandarizado. La singularidad de su monumental montaje belenístico, que cada año se incrementa con nuevos elementos, se ha visto avalada por las excelentes críticas que ha cosechado del numeroso público que ha acudido a verlo en esta nueva edición, instalada en el Salón de Actos del Centro Cultural; muchas personas, e incluso visitantes foráneos, lo han elogiado.
El propio diario regional LA VERDAD le dedicó una página, en un artículo de la sección “A salto de mata” firmado por el periodista Manuel Herrero. Así mismo el canal de la TV autonómica “La 7” mostró dos reportajes sobre este singular belén. Alfox digital le ha entrevistado en esta ocasión y él, como era lógico, ha respondido gentilmente a nuestras preguntas.
Alfox: ¿Cómo se inició este proyecto? ¿Pensabas que llegarías a realizar un belén tan grande cuando comenzaste?
José Marín: El proyecto comenzó como un Belén casero. La idea original era montar un Belén en mi casa, que el primer año no tuvo más de 1.5m2, aunque mis pretensiones no pasaban en aquél momento por ampliarlo hasta las dimensiones que tiene actualmente. Con el tiempo adquirió un tamaño considerable, que hizo que me plantease trasladarlo a un emplazamiento más acorde. De esta manera, tras permanecer montado en mi casa los dos primeros años, se trasladó a un local donde, en principio, no iba a ser expuesto al público, aunque finalmente fue abierto para que cualquier curioso pudiese visitarlo. Fue ese año, tras observar los buenos resultados cosechados, cuando me planteé seriamente mostrar año tras año este Belén al público de manera “oficial”, aunque sin olvidar en ningún momento que, pese a lo que pueda parecer, no deja de ser un Belén casero.
(A) ¿Por qué un belén ambientado en el ámbito local y en la huerta murciana?
(JM) Cuando comencé el Belén quería hacerlo un poco más personal, y se me ocurrió que sería buena idea ambientarlo en un entorno tan cercano como la poca huerta que nos queda, en lugar de hacer un Belén hebreo al uso. Por otra parte, creo que es una buena idea emplear el paisaje en el que te has criado para acercar los pasajes bíblicos al público y que los sienta como algo suyo.
(A) ¿Con qué margen de tiempo comienzas a trabajar en el belén de cada año?
(JM) Con 365 días, incluso más. Cada edificio que se muestra en el Belén tiene muchas horas de trabajo detrás, no solo de ejecución, sino también de ideación. Generalmente comenzamos a construir las nuevas obras nada más finalizar el desmontaje del Belén anterior, pero las labores de creación comienzan antes, pues durante la exposición del Belén comienzo a dibujar bocetos de trabajos futuros, y a veces incluso meses antes de esas fechas ya tenemos proyectos para realizar, no para ese año, sino para el siguiente. La elaboración de un Belén, al menos de éste en concreto, y con nuestra forma de trabajar, no se puede dejar para unos meses antes de Navidad.
(A): Después de tanto tiempo trabajando, ¿No es una pena desmontarlo todo?
(JM): Por una parte da mucha pena tener que desmontar todo el trabajo, pero por otro lado, ese carácter efímero es el encanto del Belén, el realizar un montaje que puede ser visto durante un periodo de tiempo y que después desaparece (aunque quedan documentos visuales como fotografías o filmaciones). Además, el desmontaje de cada año marca el inicio del siguiente Belén.
(A): ¿Es compatible el trabajo en el belén y tus estudios de Arquitectura?
(JM): Yo creo que sí, aunque supongo que compatibilizar ambas cosas depende de cada persona. Es cierto que esta labor manualista me ocupa mucho tiempo y me quita muchas horas de ocio, pero si lo hago no es por ninguna imposición, sino porque me gusta, porque disfruto con ello, y es en esto en lo que ocupo gran parte de mi tiempo libre, aunque sin restar ni un minuto al tiempo de estudio.
(A): ¿Has recibido o recibes algún tipo de subvención o ayuda económica por parte de Organismos oficiales?
(JM): En absoluto. Todo lo que se ve en el Belén procede del bolsillo y del trabajo de un servidor y de su padre. La única ayuda que se podría considerar “oficial” es el salón de actos que desde 2010 nos cede gentilmente el Alcalde pedáneo para exponer el Belén.
(A): ¿Resulta rentable montar un Belén? ¿Esto se hace por “ganar dinero”?
(JM): Bueno, de la respuesta anterior se desprende que, económicamente, no es rentable, en absoluto. Eso es obvio. Pero en general, para mí sí es rentable a nivel moral y personal. Exponer el Belén supone para mí el premio a tantas horas de trabajo; también las visitas y el calor de la gente con sus palabras de elogio y ánimo.
(A): ¿Podrías darnos algún dato curioso?
(JM): Pues como dato curioso podríamos clasificar la cantidad de gajos de piña que tiene cada palmera, un mínimo de 250, o de tejas que lleva cada casa (algunas sobrepasan las 1500 unidades), pero un dato que a mí, personalmente, me sorprendió mucho fue el número de visitas del primer año, pues ese Belén no tuvo ningún tipo de publicidad, ni existía el blog al que está asociado el Belén (www.belenelartedelasmanos.blogspot.com), ni se habían colocado carteles, pues la apertura al público de aquel año fue un acto totalmente improvisado. Pese a todo esto acudió más de una centena de visitantes, cifra que para mí es todo un logro.
Evidentemente José Marín, como quizá tantos otros en la soledad del pequeño taller manualista, no piensa en enriquecimientos o posibilidades comerciales y ni siquiera en saciar su ego personal, algo que por otra parte sería humanamente comprensible, sino en hacer lo que le gusta en sus ratos libres –y muchas veces robándole horas a su propio descanso- trabajando con dedicación una modalidad artística que muchas personas disfrutan en su contemplación, valorando la genialidad de las cosas bien hechas. Este es, quizá, el único premio que suelen tener jóvenes como él que anteponen su sentido del arte y su propia creatividad a cualquier otra consideración.
Las miniaturas, que son la recreación manual basada en objetos de mayor escala, es un auténtico arte que no todos dominan con la perfección que lo hace nuestro joven y futuro arquitecto, José Marín, rayero de pura cepa y muy amante de su pueblo y tradiciones. Desde que era un adolescente (hoy anda cerca de los 20 años) solía miniaturizar en su pequeño taller toda una serie de pequeñas cosas, basadas en modelos a escala natural y, como es lógico, la creación del clásico Belén no podía faltar en una actividad que es, ante todo, costumbrista. Sin embargo él pretendió darle desde un principio un enfoque de carácter local y huertano, imprimiéndole su propio toque personal y huyendo de un cierto clasicismo muy estandarizado. La singularidad de su monumental montaje belenístico, que cada año se incrementa con nuevos elementos, se ha visto avalada por las excelentes críticas que ha cosechado del numeroso público que ha acudido a verlo en esta nueva edición, instalada en el Salón de Actos del Centro Cultural; muchas personas, e incluso visitantes foráneos, lo han elogiado.
El propio diario regional LA VERDAD le dedicó una página, en un artículo de la sección “A salto de mata” firmado por el periodista Manuel Herrero. Así mismo el canal de la TV autonómica “La 7” mostró dos reportajes sobre este singular belén. Alfox digital le ha entrevistado en esta ocasión y él, como era lógico, ha respondido gentilmente a nuestras preguntas.
Alfox: ¿Cómo se inició este proyecto? ¿Pensabas que llegarías a realizar un belén tan grande cuando comenzaste?
José Marín: El proyecto comenzó como un Belén casero. La idea original era montar un Belén en mi casa, que el primer año no tuvo más de 1.5m2, aunque mis pretensiones no pasaban en aquél momento por ampliarlo hasta las dimensiones que tiene actualmente. Con el tiempo adquirió un tamaño considerable, que hizo que me plantease trasladarlo a un emplazamiento más acorde. De esta manera, tras permanecer montado en mi casa los dos primeros años, se trasladó a un local donde, en principio, no iba a ser expuesto al público, aunque finalmente fue abierto para que cualquier curioso pudiese visitarlo. Fue ese año, tras observar los buenos resultados cosechados, cuando me planteé seriamente mostrar año tras año este Belén al público de manera “oficial”, aunque sin olvidar en ningún momento que, pese a lo que pueda parecer, no deja de ser un Belén casero.
(A) ¿Por qué un belén ambientado en el ámbito local y en la huerta murciana?
(JM) Cuando comencé el Belén quería hacerlo un poco más personal, y se me ocurrió que sería buena idea ambientarlo en un entorno tan cercano como la poca huerta que nos queda, en lugar de hacer un Belén hebreo al uso. Por otra parte, creo que es una buena idea emplear el paisaje en el que te has criado para acercar los pasajes bíblicos al público y que los sienta como algo suyo.
(A) ¿Con qué margen de tiempo comienzas a trabajar en el belén de cada año?
(JM) Con 365 días, incluso más. Cada edificio que se muestra en el Belén tiene muchas horas de trabajo detrás, no solo de ejecución, sino también de ideación. Generalmente comenzamos a construir las nuevas obras nada más finalizar el desmontaje del Belén anterior, pero las labores de creación comienzan antes, pues durante la exposición del Belén comienzo a dibujar bocetos de trabajos futuros, y a veces incluso meses antes de esas fechas ya tenemos proyectos para realizar, no para ese año, sino para el siguiente. La elaboración de un Belén, al menos de éste en concreto, y con nuestra forma de trabajar, no se puede dejar para unos meses antes de Navidad.
(A): Después de tanto tiempo trabajando, ¿No es una pena desmontarlo todo?
(JM): Por una parte da mucha pena tener que desmontar todo el trabajo, pero por otro lado, ese carácter efímero es el encanto del Belén, el realizar un montaje que puede ser visto durante un periodo de tiempo y que después desaparece (aunque quedan documentos visuales como fotografías o filmaciones). Además, el desmontaje de cada año marca el inicio del siguiente Belén.
(A): ¿Es compatible el trabajo en el belén y tus estudios de Arquitectura?
(JM): Yo creo que sí, aunque supongo que compatibilizar ambas cosas depende de cada persona. Es cierto que esta labor manualista me ocupa mucho tiempo y me quita muchas horas de ocio, pero si lo hago no es por ninguna imposición, sino porque me gusta, porque disfruto con ello, y es en esto en lo que ocupo gran parte de mi tiempo libre, aunque sin restar ni un minuto al tiempo de estudio.
(A): ¿Has recibido o recibes algún tipo de subvención o ayuda económica por parte de Organismos oficiales?
(JM): En absoluto. Todo lo que se ve en el Belén procede del bolsillo y del trabajo de un servidor y de su padre. La única ayuda que se podría considerar “oficial” es el salón de actos que desde 2010 nos cede gentilmente el Alcalde pedáneo para exponer el Belén.
(A): ¿Resulta rentable montar un Belén? ¿Esto se hace por “ganar dinero”?
(JM): Bueno, de la respuesta anterior se desprende que, económicamente, no es rentable, en absoluto. Eso es obvio. Pero en general, para mí sí es rentable a nivel moral y personal. Exponer el Belén supone para mí el premio a tantas horas de trabajo; también las visitas y el calor de la gente con sus palabras de elogio y ánimo.
(A): ¿Podrías darnos algún dato curioso?
(JM): Pues como dato curioso podríamos clasificar la cantidad de gajos de piña que tiene cada palmera, un mínimo de 250, o de tejas que lleva cada casa (algunas sobrepasan las 1500 unidades), pero un dato que a mí, personalmente, me sorprendió mucho fue el número de visitas del primer año, pues ese Belén no tuvo ningún tipo de publicidad, ni existía el blog al que está asociado el Belén (www.belenelartedelasmanos.blogspot.com), ni se habían colocado carteles, pues la apertura al público de aquel año fue un acto totalmente improvisado. Pese a todo esto acudió más de una centena de visitantes, cifra que para mí es todo un logro.
Evidentemente José Marín, como quizá tantos otros en la soledad del pequeño taller manualista, no piensa en enriquecimientos o posibilidades comerciales y ni siquiera en saciar su ego personal, algo que por otra parte sería humanamente comprensible, sino en hacer lo que le gusta en sus ratos libres –y muchas veces robándole horas a su propio descanso- trabajando con dedicación una modalidad artística que muchas personas disfrutan en su contemplación, valorando la genialidad de las cosas bien hechas. Este es, quizá, el único premio que suelen tener jóvenes como él que anteponen su sentido del arte y su propia creatividad a cualquier otra consideración.